Por Abel Buil.
Diputado Provincial
¡Cuesta creerlo! Nuestro país se encuentra afestejando 25 años ininterrumpidos de convivencia en democracia. En 1983 los argentinos nos autodesafiábamos brindando por 100 años de democracia y aspirábamos a consolidar un sistema de convivencia pluralista y solidario, socialmente inclusivo, con vigencia plena de la ley, tolerante con la disidencia y, por sobre todo, en el que imperase la libertad y el respeto a la diversidad!
Aunque con algunas deudas aún, la democracia hoy se muestra consolidada y fortalecida y, afortunadamente, son muchos los argentinos dispuestos a defenderla! Miles de jóvenes nacidos, educados y formados en Democracia, sueñan y trabajan en todas las ciudades de nuestro país. Esa misma situación era impensable hace 25 años: en aquel momento, los jóvenes sólo podían conocer períodos dispersos de meses, quizás de uno o dos años ininterrumpidos de convivencia en la legalidad.
En la sesión del miércoles último, la Cámara que integro sancionó por unanimidad la ley que declara al Dr. Raúl Alfonsín ciudadano ilustre de la Provincia de Buenos Aires. Tal declaración, no sólo es un homenaje de todos los bonaerenses al coprovinciano que más férreamente se comprometió con la consolidación de la democracia recuperada tras tanto dolor, sino que también es un ejercicio ejemplar y una revalorización de esa conducta que tanta falta nos hace a los argentinos: la del diálogo y la búsqueda de los consensos. La figura de Alfonsín, por sobre las múltiples virtudes que como hombre público exhibió en su larga trayectoria, se destaca por la permanente disposición al diálogo y el rescate de los consensos que unen, anteponiéndolo a las muchas diferencias que separan. ¡Algo que todavía tenemos por aprender!
Vale la pena recordar la coherencia entre la propuesta con que arribó a la Presidencia el Dr. Alfonsín y la gestión desarrollada: propuso pacificar en base a la verdad y el castigo de los máximos responsables de la violencia, los crímenes y las desapariciones de los años 70, y dejó su gobierno con los dictadores de las juntas y López Rega en prisión, entre otros. Habló de reinsertar al país en el concierto de las naciones desde la identidad latinoamericana, e impulsó y puso en marcha junto a Sarney la conformación del MERCOSUR y resolvió sin derramar una gota de sangre el conflicto con Chile, por la demarcación de fronteras en el Canal de Beagle, el que casi nos lleva a una guerra en 1978. Impulsó el Congreso Pedagógico donde se discutieron los contenidos y las formas del proceso educativo, dándole al conocimiento el lugar de verdadero motor de la movilidad social definitiva. Normalizó la vida universitaria en base a los principios rectores de la Reforma Universitaria: Autonomía, Cogobierno y Libertad de Cátedra. Normalizó también el funcionamiento de los sindicatos. ¡En fin, una vastísima obra que se agiganta más aún cada día que pasa!
Por último, no puedo olvidar que fue la figura y la prédica de Raúl Alfonsín la que me impulsara a participar de la vida pública, interesándome por las cosas de mis vecinos y de mi país todo. Miles de argentinos nos sentimos convocados por su verbo seguro y su mágico carisma. Ojalá nuestros hijos encuentren también, cada uno a su hora, su Alfonsín que los convoque a interesarse por el bien de su comunidad!
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