La vida política está llena de sucesos imprevisibles. Sistemas que parecían invulnerables se han derrumbado.
Las predicciones de las encuestas y la opinión de los expertos muchas veces resultan insuficientes para explicar los hechos. Es que otra lógica, la de la paradoja, atraviesa la vida social.A fines del siglo XIX, los filósofos terminaron por clasificar a las ciencias dividiéndolas en Ciencias de la Naturaleza y Ciencias del Espíritu.A las Ciencias de la Naturaleza pertenecen las ciencias físicomatemáticas, y su método esencial es la explicación, o sea: el conocimiento de los fenómenos por sus causas, dentro de una concepción racional-determinista. Las Ciencias del Espíritu, en cambio, son las ciencias de la conducta humana y su instrumento es la comprensión ( o captación de sentido).Podemos determinar previamente la hora de la salida del sol y el recorrido de la órbita terrestre, pero no con toda seguridad, cómo actuará una persona en uso de su autonomía mental. Ante una misma situación, el ser humano puede reaccionar de maneras diversas. Las acciones humanas están sujetas a la espontaneidad y la motivación: están “motivadas” pero no son reducibles a “causas”.Por tal motivo, la idea de la ciencia racionalista de que “dadas las mismas circunstancias, se producirán los mismos efectos” no resulta válida para aplicarla a la existencia humana. Cada situación es irrepetible, y las múltiples motivaciones concurrentes en una conducta se conjugan en una unión inextricable, cuyo conocimiento exhaustivo no podemos alcanzar y resulta impredecible.De este modo, la Política, en cuanto “la ciencia de volver a empezar”, resulta necesariamente paradójica para el pensamiento racionalista, a la vez que éste se muestra absolutamente insuficiente para lograr la comprensión de la actividad política.El error fatal del economicismo fue el haber concebido a la economía como una ciencia explicativa y caído en un determinismo grosero, siendo así que su objeto es la actividad humana y, por tanto, resulta menos predictiva, como lo muestran los hechos, que la misma meteorología.En consecuencia, lo más propio de una sana acción política es la capacidad de decisión paradójica, que consiste en atreverse a buscar, cuando se requiera, un efecto por la vía contraria a la que el “sentido común” aconsejaría. Pero la creatividad, la convicción y el coraje es virtud de pocos. Habitualmente los grandes políticos han utilizado estrategias que en su momento parecían poco razonables. Porque el verdadero político intuye los caminos que la miopía de las mentalidades vulgares no alcanza a percibir.-- La historia humana está llena de paradojas. Dice la tradición que allá en Oriente, en el siglo VI a.c., Siddhartha Gautama recibió la Iluminación y, convertido en Buda, decidió una vida de mendigo y comenzó a transmitir su doctrina. Sus medios fueron la oración y la predicación (enseñanza, más bien que “proselitismo”). Lo cierto es que su influencia se expandió por varios continentes y llega hasta nuestros días.-- Por otro lado, en Galilea, un rincón perdido del entonces Imperio Romano, un oscuro carpintero comienza un “llamado a los pobres”, pero no los incita a la rebelión armada sino al “amor al prójimo”. La consecuencia: hoy no existe en Occidente un lugar que no tenga algún signo cristiano.-- Además, hace 8oo años, en el centro de Italia, un joven romántico se despoja de sus ropas en la plaza del pueblo y ante las autoridades, renuncia a su filiación, abraza la pobreza y se convierte en fraile mendicante. Quince años después, la Orden que él fundara tenía 72 provincias esparcidas por todo el mundo. Y su influencia en toda la cultura de Occidente hoy perdura.-- Y en nuestros días, Ghandi, armado solamente con su palabra y su rueca, derrota al Imperio invasor de la India y sacude el yugo centenario que pesaba sobre 500 millones de personas.Y ¿qué ha pasado entre nosotros? Es un hecho significativo que los dos grandes movimientos nacionales de la Historia Argentina hayan tenido un comienzo, más que incierto, paradójico. -- Hipólito Yrigoyen, todo él, ha sido una figura paradójica. Líder de multitudes a la vez que introvertido hasta el punto de que lo llamaran “el Peludo” por estar supuestamente todo el tiempo “metido en su cueva”, asumió una política de Intransigencia como oposición al Régimen (“falaz y descreído”, en lenguaje de la época), que con su Concordancia había establecido el fraude electoral, para alternarse en el poder los diferentes sectores conservadores. A través de 35 años de lucha, con participación en las intentonas fracasadas de 1893 y 1905, declara la abstención revolucionaria hasta que en su defensa de los derechos democráticos consigue la sanción de la ley Sáenz Peña del voto universal (*), secreto y obligatorio y accede a la Presidencia en 1916. Esto parecía imposible, a luz de la fuerza que tenía en esa época el poder constituido: oligarquías políticas, económicas y culturales vigentes desde la Colonia.-- En lo que hace a Perón, los días anteriores al 17 de octubre, los adversarios creían que estaba perdido y él mismo, desde Martín García, le escribía a Mercante: “En cuanto me den el retiro me caso y me voy al diablo”. Y antes de las elecciones, un político le decía: “Usted no puede ganar... para ganar elecciones hacen falta: organización y dinero. Y usted no tiene ni lo uno ni lo otro”. Ya Mercante había dicho en un plenario sindical: “Estamos muy lejos del triunfo. No disponemos de medios para contrarrestar la acción de los enemigos, que tienen diarios,dinero, partidos organizados...”. Y era cierto que, en la apariencia al menos, las condiciones económicas del peronismo eran inferiores a las del adversario. La Unión Democrática cubría el país con folletos y carteles bien presentados... mientras los peronistas usaban tiza y carbón para expresarse en las paredes.La situación se le hizo muy difícil. Perón tenía en contra a la diplomacia extranjera, al aparato político nacional y a las fuerzas del poder económico... A la vez, sus propias fuerzas parecían en estado de disgregación...Pero allí Perón mostró su garra: contraatacó... y presentó una disyuntiva con la que definió la campaña. Fue un planteo sintético, hábil y concluyente: o Braden o Perón... Los opositores a Perón cometieron grandes errores. Tal vez el principal fue negarse aver la realidad: sus prejuicios los llevaron a subestimar a “ese Coronel puesto a político”. El peso electoral de sus fuerzas políticas parecía imbatible: allí estaba la “gloriosa” U.C.R., el prestigio luchador del Partido Socialista, la combatividad del Partido Comunista... Para ellos, sólo bastaba que hubiera comicios libres para lograr una victoria descontada. Pero la realidad fue otra. 45 días después de los comicios, se mostró concluyente: Perón: 1.470.000. Tamborini: 1.210.000 (55% contra 45%).-- Así también, diez años después, en 1955, el Gral. Lonardi, al frente de la Revolución contra Perón, el 19 de Septiembre estaba en una situación absolutamente desesperada, sin refuerzos y con tropas leales al Gobierno avanzando contra él por todos los flancos. Pero la trayectoria ejemplar del Jefe Revolucionario y su decisión de luchar hasta morir hizo que progresivamente quienes fueran sus alumnos se mostraran remisos para reprimirlo. Sólo dos días después, triunfaba la revolución y Perón se exiliaba en una cañonera.La paradoja de la situación de hoy consiste en que, cuanto más se profundice el actual sistema, la magnitud de sus consecuencias hará más rápida su disolución. Porque todo régimen autoritario, de cualquier signo que sea, lleva en sí mismo la semilla de su destrucción.La gran paradoja de los próximos años será que, como en la historia de David y Goliat, el potencial de las fuerzas vivas, aparentemente silencioso y menospreciado hasta ahora por el Poder, hará eclosión y se impondrá sobre el sistema hegemónico vigente, configurando un orden social y político más equitativo.“La crisis del pensamiento económico convencional abre una oportunidad para que, en la búsqueda de un pensamiento más comprensivo e integral de desarrollo, se incorporen en plena legitimidad sus dimensiones culturales” (Bernardo Kliksberg). Es decir: se empiece a considerar el desarrollo económico como desarrollo humano que atienda a las necesidades sociales y culturales.Aunque los medios, por influencia del poder hegemónico, no se hacen eco del fenómeno, la realidad es que el potencial del voluntariado es formidable.En 2001, el 23 % de la población argentina estaba involucrada en trabajos voluntarios. Cáritas cuenta con 60.000 voluntarios, la comunidad judía con 10.000. Las ONG como Red Solidaria y otras, son innumerables. De modo que, sumados el voluntariado, las ONG, las fuerzas políticas legítimamente democráticas, las sindicales honestas, etc...todo ello constituye el capital social de la Nación, cuya vitalidad no podrá ser sofocada.El ser humano, como esencialmente animal político, no puede eximirse de la participación política sin atrofiar su condición humana. Y la comprensión de la vida política no es posible sino a través de una perspectiva paradójica.La mentalidad de los partidos políticos tradicionales de la Argentina no está en condiciones de una interpretación adecuada de la realidad política. Pero la tradición cultural milenaria está sembrada de paradojas cuando trata de iluminar el camino de la vida política. Desde David que proclama: “El Señor da la victoria sin espada ni lanza” (I Sam. 18,47) hasta San Pablo escribiendo “Dios eligió lo que el mundo tiene por necio para confundir a los sabios, lo que el mundo tiene por débil para confundir a los fuertes” (I Cor. 1, 27-28). De todo lo cual, surge la verdad irrefutable: La paz y la no violencia son más fuertes que las armas o que cualquier otro poder.La acción política tiene algo de fascinante, encerrado en una cierta paradoja: las utopías de hoy serán las realidades de mañana. Pero esta se inscribe dentro de otra paradoja: la significación no está dada por la llegada, sino por el camino. No está ni en la paz, ni en la justicia ni en la democracia logradas, sino en la búsqueda de las mismas, nunca del todo alcanzables.____________________________________________________________________(*) “Universal” masculino, porque las mujeres todavía quedaban excluidas.
HUGO POLCAN
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario